España Rasca

            Que el fútbol es un factor de unidad política en torno a causas nacionales parece algo sin discusión. Ya lo sabe hasta el mismísimo Ministerio de Asuntos Exteriores, cuya Oficina de Análisis ha despachado un denso informe titulado El éxito del fútbol español; clave geopolítica y potencial diplomático.
            Esta letra suena a la música de la “marca España”. El citado informe compara el potencial de la selección española como el de la brasileña, por su capacidad de logros en la cohesión nacional, la mejora de la imagen de España o el apoyo a causas altruistas. Pero en este análisis hay demasiada marca y muy poca España.
            Esta Transición política que ahora se cierra, bailó muchas veces según la música que tocaban desde los nacionalismos vasco y catalán, mientras el nacionalismo español, despreciado por la izquierda y metido en el armario por la derecha, quedaba ausente. Se reconoció la existencia de varias naciones, lo que no es malo ni bueno, pero tiene un problema: ¿cómo nombrarlas a todas cuando el nombre de una, siendo el de todas, no es reconocido por el resto? Es decir, y por resumir, que si se dice España no vale.
       Ese nombre fue sustituido por “el Estado español” construcción epidérmica de raíz franquista, o por giros coloquiales (otra vez de moda) como “este país” o incluso “Madrid”. Nunca España. Y aquí llegamos al fútbol. La capacidad que el fútbol tiene para hacer visible a España fue un peligro. Se hacía nación jugando y se la sacaba del armario en cada estadio. Y si se ganaba era peor.


            Y ahora llegamos a la marca. No fue la marca España sino “La Roja” la que ganó el consenso para no molestar. Decir España era decir demasiado. Había que buscar un sinónimo comercial que hiciese alusión a lo que estaba debajo, pero sin nombrarlo. Así nació La Roja, dicen que en parto asistido por Luis Aragonés en el año 2004. Sea como fuere, logró sus propósitos. Es la famosa marca España pero sin España. Cualquier producto que se precie, de esos que nos inundan aprovechando el arrastre del Mundial lo tiene claro, lo respeta y, lo que es más importante, así vende.
            En esta ocasión la ONCE madrugó más que nadie. Ya le había dedicado en 2013 un billete a Vicente del Bosque y desde el 5 de marzo de este año, con permiso de la Federación Española de Fútbol dio la entidad empezaba a emplear la imagen de la selección en uno de sus “rascas”. Mucho dinero en juego por sólo dos euros de nada.
            Pero claro, como nombrar a España “rasca” bastante, el producto en cuestión fue bautizado como el “rasca de La Roja” que, rascando más, rasca menos. Así se lanzó, con himno y todo, adaptando la misma música de “Yo Te Quiero Dar” que usaban los tenistas de la Davis a una letra de este tenor:

Lo damos todo por estos jugadores,
lo damos todo por nuestra selección,
la camiseta más grande de este mundo,
se gana con La Roja, el once campeón.
Por eso yo te quiero dar, Roja, mi corazón.
Tú me diste lo más grande, yo te doy mi ilusión.



La Roja es España, pero no toca nombrarla. Eso sí, la ilusión de la ONCE le puede tocar a cualquier apostante que tenga mayor fortuna que Jesús Navas, uno de los jugadores que aparece en su publicidad. A él que le tocó el Rasca de La Roja, pero no le tocó ir al Mundial con la selección española de fútbol.
No es lo mismo.