El Príncipe de Asturias al vomitorio

Imágenes de La Sexta TV.

    
      Para que ningún culé se enfade he de decir, antes que otra cosa sea, que esto que aquí se ve, podría haber sucedido en otro estadio. Sucedió en el Camp Nou y eso me entristece especialmente porque echa por tierra mi teoría del madridista infiltrado. Quienes sean seguidores del blog conocerán la entrada (¿Quién es ese tipo?).
            Aquel madridista, con una bufanda de su equipo, e incluso con la bandera española, celebrando el gol de Bale que le dio la Copa del Rey al Real Madrid, en medio de la hinchada culé destrozada por esa circunstancia. Intenté encontrarlo por las redes, se le buscó, pero no ha aparecido, que yo sepa. Mientras tanto yo me fui imaginando su historia:
            Un residente en la zona de influencia de Barcelona, en Cornellá por ejemplo, que, con sus vecinos culés, viajó en el mismo autobús a ver la Copa. Allí, juntos, cada uno animaba a sus colores y todos se respetaban. ¡Qué maravilla, dos aficiones enemistadas por los siglos de los siglos y las naciones de las naciones viviendo juntas!

            Pero esto que sucedió ayer, 3 de mayo, en el Camp Nou, destroza ese cuento de hadas. Con solo llevar su camiseta un aficionado del Real Madrid es increpado, luego zarandeado y más tarde expulsado del estadio por las fuerzas de seguridad, junto a un amigo con la camiseta del Barça. Expulsión oficial en toda regla.
Tal vez había motivos. Tal vez. Puede que fuese una provocación. No sé. Lo único cierto es que desmonta, además de mi teoría, todo ese montaje urdido durante las tensiones Barça-Madrid en la época de Mourinho para tener la fiesta tranquila. Me refiero especialmente al premio Príncipe de Asturias, concedido a Iker Casillas y Xavi Hernández, el único caso de dos premiados que repiten galardón (habían sido premiados en 2010 con la Selección española). Se dijo en la justificación que era por simbolizar “los valores de la amistad y el compañerismo, más allá de la máxima rivalidad de sus respectivos equipos”.

            Todo este montaje, muy postizo la verdad, queda delatado en este día. A Xavi Hernández y Casillas les dan el premio Príncipe de Asturias sólo por ser amigos, a estos los vomitan. 
           A pesar de todo, hay cierta grandeza en la imagen final de esas dos camisetas de imposible convivencia abandonando juntas el estadio.