Madridista votante en la ya célebre foto de Marta Pérez para EFE. |
La imagen más repetida del vicereferéndum
catalán del 9-N ha sido la de un votante ataviado con la camiseta del Real
Madrid. Con un par.
La foto gustó mucho a unos y disgustó
profundamente a otros. Los primeros pensaron que al buen señor se le suponía
valor, una dosis suficiente como para desembarcar en Alhucemas. A otros, que se
explotase tanto esa imagen les causó hartura. Parecía injusto lanzar sombras,
no ya sobre el proceso catalán, sino sobre Cataluña toda, como si no fuera
posible salir con esa camiseta por aquellos pagos. Se había convertido en
noticia algo que no lo era, sólo el ejercicio de la libertad de expresión.
He aquí la clave, no la libertad, si no
la expresión. ¿Era casual el atavío? ¿Ese señor se fue a votar con lo primero
que pilló por casa? Como buenas preguntas retóricas, ya van respondidas y más
en un blog como éste. No sería necesario un artículo para demostrar que el Real
Madrid, quiéralo o no, representa a España, sobre todo en Cataluña.
El asunto es más claro aún en un momento
como éste, en que la efervescencia independentista está haciendo replantearse
hasta las más recientes interpretaciones de la cuestión. Hace sólo dos años dejó
escrito Simon Kuper en su libro Fútbol
contra el enemigo que “El Barça es el símbolo que Cataluña necesita en
lugar de un Estado”. Pues bien, la cosa ha cambiado tanto en tan poco tiempo
que no queda más remedio que trocar los términos de esa frase hasta concluir
que el Real Madrid es el símbolo que Cataluña necesita en lugar de un Estado…
Español, por supuesto.
La cosa de la camiseta tiene su
importancia. En este diálogo para besugos que suponen los últimos tiempos de la
cuestión catalana, los contrarios a la segregación echan de menos una presencia
tangible del Estado español. Que aparezca, que diga, que haga. Por eso, si no
pasa por allí, si no hay brazo armado de la fiscalía, si los jueces temen ser
desproporcionados, la presencia del Estado queda a salvo con uno de sus
símbolos: la camiseta del Real Madrid. Un vicario del Estado español intentando,
se supone, que no nazca el Estado catalán. Está tan claro que la situación contraria,
un independentista catalán del Real Madrid, le ha dado al maestro Forges para
una viñeta: de chiste.
El madridista embozado de Forges en El País, 11-XI-2014. |
Por eso hay que volver a la foto del
votante. Si, con la que está cayendo, un ciudadano se atreve a ir a votar en
Cataluña a cuerpo gentil, con la camiseta del Madrid, además en su variedad de
manga corta, puede ser que se trate de algo más que un machote, que su gesta
sea más que un heroísmo singular. Y puede que, llegado el caso, no sea
imposible que se repita y hasta que se multiplique. Podría ser la punta de un
oculto iceberg que no aparece en las cartas de navegación de Oriol Junqueras,
muy feliz en el puente de mando del Titanic de la independencia. ¿Acaso no es
el Madrid el segundo equipo de Cataluña? ¿Acaso no le es fiel, dicen, el 20 %
de la parroquia? Únanse a estos los indecisos, los periquitos y los conocidos
de la familia Pujol Ferrusola y empezará a aflorar masa crítica. Tal vez
estemos encontrando la salida a este endiablado bucle soberanista.
Me explicaré. Podría llegarse a un
acuerdo que fuese bueno para ambas partes. Que no provocase situaciones
incómodas, ni necesitase de locales públicos, ni siquiera vulnerase ley alguna.
Una salida dialogada, incruenta, deportiva, Fair
Play. Y barata. Que ya se sabe que donde fueres…
Desde estas páginas se propone que se
convoque a todos los residentes en Cataluña a salir a la plaza mayor de sus
pueblos y ciudades a fecha y hora concretas. Los partidarios del Estat Català
han de llevar la camiseta del Barça, los del Estado Español la del Real Madrid.
El escrutinio lo podrán hacer árbitros FIFA, por supuesto internacionales, para
garantizar la limpieza del proceso.
Como la ley ha dejado de ser lo más
importante, no habría mucha diferencia con el cuasireferéndum de hace unas
horas. Puede que este sentimiento primario y rotundo, que no admite casillas,
aunque si piques, que no tiene dobleces ni confusiones, que no tiene SÍ/SÍ,
ni NO/NO, ni SÍ/NO ni siquiera NO/SÍ sea
la solución. O se es o no se es. O se quiere un Estado o se quiere el otro.
Blaugrana o blanco (y en botella).
En fin, se ofrece de forma totalmente
desinteresada esta idea a los gobiernos catalán y español y si, una vez
realizada la consulta, en forma de simulación en diferido de proceso
participativo, una de los dos partes no está conforme con el resultado, siempre
le puede echar la culpa al árbitro.