Borbones y balones

La patria de los Borbones y la patria de los balones celebrando juntas la victoria del Mundial 2010.

La Providencia, la casualidad, la justicia poética, el cambio climático o el gobierno han querido que, con un día de diferencia, salieran a la calle la patria de los Borbones y la patria de los balones para preguntarle a los españoles si quieren más a papá o a mamá.
En unas horas la monarquía y la selección de fútbol se jugaron el porvenir. La cosa tiene más calado de lo que parece ya que, cada uno con su carga simbólica propia, representan lo mismo: España.
Según esa constitución que ahora dicen que nadie votó, el Rey de España es el jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia. Y la selección de fútbol fue, hasta el pasado miércoles, la España que movilizaba de verdad al pueblo en su sentimiento de pertenencia a la nación. Por lo tanto otro símbolo de unidad y permanencia en la victoria.
Fuese casualidad o maniobra, la cosa no estaba mal traída. Si la España del fútbol ganaba a Chile, el nuevo rey sería quien marcase los tantos. La réplica de la copa del mundo sobre la mesa de su nuevo despacho lo delata. Empezaría su reinado, casi desde el banquillo, recibiendo aclamaciones. Se podría apropiar de esos triunfos, de la alegría sincera de una parte no pequeña de los españoles. Una manera inmejorable de arrancar. Pues, como dijera en 2012 Manuel Marín, expresidente del Congreso de los Diputados: “en España no existe un sentimiento de autoestima colectiva excepto cuando Iniesta mete un gol”.
Pero Iniesta no marcó y el partido se perdió. La selección española vuelve humillada, subida a la máquina de los peores tiempos. La patria de los balones corre el peligro de viajar allí; antes de 2008. Cuando, con una selección perdedora, ni la patria del fútbol lograba reunir el entusiasmo colectivo. Antes de que las calles se poblaran de banderas de España, aunque fuese para celebrar goles. Y eso afecta a la patria de los Borbones, pues Felipe VI se va a encontrar un panorama rudo, de crisis, disgregación territorial, debilidad del Estado y descreimiento en los políticos. Y la tricolor, que el fútbol no se usaba ni para animar ni para celebrar, ondeando por ahí, aunque estuviera proscrita en la ceremonia de proclamación del nuevo rey.
En España la república es una causa torcida, hasta gafe si me apuran. Siempre que parece estar tocándose con los dedos se vuelve del revés. Los republicanos españoles ya se frotaban las manos al ver abdicar a un rey, incluso algunos tuvieron la astucia de votar en el congreso en contra de esa abdicación (que se quede, que ya le habíamos tomado cariño) y resulta que ahora, cuando la monarquía parecía desaparecer, se multiplica por dos sin necesidad de guillotina. Donde antes había dos reyes, ahora habrá cuatro. Como en la baraja. Todos los palos ya están sobre el tapete. No querías taza…
En esa baraja española, el viejo rey Juan Carlos pinta poco ya. Acompañado por la banda sonora de 19 salvas de cañón, se va a desempeñar el empleo de Capitán General en la reserva y lo va a hacer de por vida. Es una buena noticia, tanto para republicanos como para monárquicos, ya que España en estos momentos necesita precisamente eso: crear empleo de calidad y revalorizar las pensiones.
Sobre el tapete el rey nuevo ha perdido buenas bazas. Su reinado no arranca de la mejor manera. La patria del fútbol lo está complicando. Se ha vuelto contra quienes decidieron esta fecha futbolera que podía ayudar mucho, pero ahora puede ser lo contrario. Al volver los naipes del fútbol sólo se ven bastos. Aunque, si al asunto se le aplica la habilidad que ya se ve y ya se lee por ahí, no todo está perdido. La patria de los balones le puede hacer el último servicio a la patria de los Borbones.
Cuando las redes sociales hierven de alegría nacionalista mofándose de la España derrotada por dos antiguas colonias, cuando avanzan independencias al romperse ese resorte mágico que podía sacar banderas rojigualdas hasta en las ramblas, aún queda una salida. Ahora más que nunca esa maniobra diabólica que dicen maquinó El Sabio de Hortaleza tiene sentido. Hablo de “La Roja”. Ese personaje de ficción creado para no tener que nombrar a España. Las tornas se han cambiado: quienes antes hablaban de La Roja, ahora quieren decir España, pero, al revés, a la patria de los Borbones lo que ahora le conviene, con el permiso de Chile, es hablar sólo de La Roja.
Míster Hyde ha muerto. Y el doctor Jeckyll recobra su verdadera cara, pasados los efectos del bebedizo. Sólo “La Roja” ha sido derrotada y, como ese apelativo nació para rodear a España, ahora España no se siente aludida. Silba distraída con la ceja en alto, tipo Ancelotti, como diciendo ¿es a mi?

Pierde la patria de los balones, gana la patria de los Borbones…pero sólo estamos al descanso de un largo partido.