ALLONS ENFANTS DE LA MASÍE

Manuel Valls caricaturizado en la portada de Libération por llevar a su familia a la final de la Champions
 en avión oficial.
   Paso a paso, y ahora a grandes zancadas, el problema de Cataluña ha llegado a donde nunca debió llegar. Sin darnos cuenta ha dado el estirón y se ha convertido en todo un "procés", quien lo ha visto y quién lo ve, que no cabe en la ropa del año pasado; tan respondón y desafiante que es necesario hacerle frente, aunque parezca que nadie se atreve con él.
   Las aguas se han revuelto y, de esa turbiedad, sólo sacan beneficio quienes han decidido hacer de su capa un sayo e imponer su visión del mundo al resto. Al resto de Cataluña y al resto de España. Poco importan las leyes, las convenciones y el derecho.    Hace un año, quienes se consideraban con energía suficiente, querían asaltar los cielos y ahora, los separatistas catalanes (eso ya no es una exageración) están dispuestos a bajar a los infiernos si hiciera falta, pero sin rendir cuentas a nadie.
    Los representantes del Estado español en Cataluña se han servido de los sueldos que paga ese Estado y de las instituciones que lo sostienen para dinamitarlo después de dejar paso franco a los artificieros, colaboradores necesarios en la voladura.
    La paradoja de ese "entrismo" es de gran calibre: los representantes de las instituciones elegidas según las leyes del Estado español, se consideran legitimados, por esas mismas leyes que los han hecho representantes, para abolirlas, sustituyéndolas por otras nuevas. Una de dos: si esas leyes no valen en Cataluña las cortes catalanas recién elegidas no sirven ni siquiera para negar la leyes españolas, si es que esas leyes sí valen para nombrar diputados, esos mismos diputados no pueden negarlas, ya que se estarían negando a sí mismos.
    Venenoso bucle. Después de todo, "El proceso", antes que experimento catalán fue novela de Kafka, que parece el guionista de esta situación.
    No valen argumentos para confrontar con los mitos nacionalistas. No vamos a perder el tiempo en buscarlos, sólo vamos a situarnos en este tenso presente en el que el parlamento catalán vota para impulsar el camino hacia una república independiente. Y resulta que, al primer ministro francés, antiguo catalán y eterno culé, le da por comentar a un periodista que estaría encantado de darle cuartel al Barça en la liga de fútbol francesa.
    Lo de Manuel Valls, que puede ser sólo una anécdota, pone en evidencia algo más profundo. Ya se ve que hay quien, fuera de Cataluña, fuera de España, se empieza a creer lo de la independencia catalana. En todo este proceso siempre ha habido algún futbolista, algún estadio lleno de esteladas o de pitos, alguna UEFA malvada o algún presidente paladín de la libertad de expresión, para hacerlo más visible. Y, al final, siempre llegamos al Barça.
    Es más que un club, sin duda. Pero lo es por simbolizar a Cataluña dentro de España y contra sus valores, que ellos han dado en identificar con el eterno rival. Ese centralista y perverso Real Madrid. Fuera de España, perdería todo el sentido. Sería sólo un club, como los demás. La nada.
    Al pragmático Valls puede que le viniera bien el cambio. Su alma culé se lo estará demandando y, a la tradición francesa, inventora de la legión extranjera, tampoco le iría mal. No sabe uno cuando va a ser necesario echar mano de una buena tropa de mamelucos contra las hordas españolas. Cosa distinta es que a Francia, país centralista a rabiar, le venga bien el ejemplo de Cataluña y el patinazo de su primer ministro.
Tira de Neto para El Comercio, 27-X-2015.
    Tampoco creo que le venga bien al Barça, pero sí a los que lo instrumentalizan desde hace años, y ahora más que nunca, para aventar el proceso a los cuatro vientos. Para que no se hable del tres por ciento, para que no se diga lo de la corrupción y la inacción del gobierno, para que no se comente la unión política entre izquierda radical y derecha clerical, para que no se sepa que, como España no tiene brazos, otros robaron en su lugar. Para que sólo se hable de independencia. Como si de eso comieran los catalanes en medio de una crisis feroz.
    Sólo a esos que utilizan el fútbol para otros menesteres les viene bien. Y, tal vez, a la famiglia, Pujol-Ferrusola, cuyos miembros hace tiempo que juegan en la liga andorrana, con incursiones en la Suiza (tan querida para el Barça) y tal vez en otras. Ellos lo tienen fácil. Sólo con la familia se podría hacer una alineación del Barça de fútbol, incorporando nada más que un par de extracomunitarios (dinero para fichajes no iba a faltar). Y, si se opta por el fútbol sala, balonmano, o baloncesto, hasta podrían tener jugadores reservas sin salir de casa. Incluso podrían fichar, de entrenador, a un vicepresidente azulgrana, que con ellos se relaciona.

    A esos padres de la patria tan poco ejemplares, que la están alumbrando para su propio beneficio, les vendría bien el cambio, al resto de la patria no.